El
arcoiris
Hace mucho, mucho tiempo, nuestro mundo y
el mundo de las hadas estaban separados
por un cristal mágico. Y tal era el
poder de este cristal, que sólo las
hadas veían lo que pasaba al otro lado.
Pero por aquel entonces, nuestro mundo no
era como lo conocemos ahora. Todo él era
de un color gris opaco: las casas eran
grises, la gente era gris, incluso el
cielo era siempre gris... Mientras, en el
país de las hadas el color brotaba por
todos lados. Rojo, verde, azul, amarillo...
todo era color y alegría.
Sin embargo, existía un ser, un hada
joven y hermosa, que se sentía muy
apenada por el mundo triste y gris en el
que vivían los humanos.
Iris, que así se llamaba, lloraba
amargamente por ello y soñaba con poder
cruzar el cristal y poder llevar un poco
de alegría al otro lado.
Siete de sus mejores amigas idearon un
día un plan: con polvo mágico de sus
alas construirían un puente de un mundo
al otro y, así, Iris podría cumplir su
sueño. Construirían un arco para Iris
con los siete colores de cada una de sus
alas.
Y dicho y hecho: gracias a este arco de
colores, nuestra amiga traspasó el
cristal mágico hasta nuestro mundo. Y
tal fue su emoción, que gruesas
lágrimas brotaron de sus ojos; lágrimas
que, al filtrarse a través del ArcoIris,
se mezclaron con el polvo mágico de las
hadas y, para sorpresa de todos, llenaron
de color aquel mundo gris.
Desde aquel día, cada cierto tiempo,
Iris y su siete amigas recargan de color
nuestro mundo. Piensa en ello cada vez
que veas un arcoiris y finas gotas de
lluvia mojen tu cara.
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